Las víctimas de la crisis somos
personas aparentemente invisibles cuyos problemas no aparecen en las
estadísticas, ya que éstas solo hablan de la macroeconomía y de garantizar
grandes rescates a los bancos
JOSE M. COY Dentro de unos días y hasta el
próximo 20 de noviembre las víctimas de la crisis seremos objeto de deseo de
los partidos mayoritarios PP Y PSOE. Recibiremos mensajes y promesas de todo
tipo con el fin de que orientemos nuestro voto a quien nos ha gobernado
haciendo políticas que solo han tenido en cuenta las peticiones de los llamados
mercados o a quienes tienen un programa oculto con el cual pretenden gobernar,
pero que es más de lo mismo porque el gobierno real está en los poderes
financieros que han provocado la crisis y cuyas recetas están suponiendo mas
paro, precariedad y menos derechos laborales, humanos y sociales.
Demasiada gente –más de lo éticamente soportable– estamos sufriendo una crisis que no hemos generado y, sin embargo, lo peor no es eso. Lo peor es que todo apunta a que justamente lo peor está aún por venir. Esa es la sensación que tenemos a poco que se ponga el oído en la calle, esa misma calle que algunos políticos llevan ya demasiado tiempo sin escuchar puesto que solo escuchan la voz de los poderosos, los mismos poderosos que nos están complicando la vida y la supervivencia.
Demasiada gente –más de lo éticamente soportable– estamos sufriendo una crisis que no hemos generado y, sin embargo, lo peor no es eso. Lo peor es que todo apunta a que justamente lo peor está aún por venir. Esa es la sensación que tenemos a poco que se ponga el oído en la calle, esa misma calle que algunos políticos llevan ya demasiado tiempo sin escuchar puesto que solo escuchan la voz de los poderosos, los mismos poderosos que nos están complicando la vida y la supervivencia.
Las víctimas de la crisis somos personas aparentemente invisibles cuyos problemas no aparecen en las estadísticas, ya que éstas solo hablan de la macroeconomía y de garantizar grandes rescates a los bancos –el ultimo nos va a costar cien mil millones de euros– pero hay quienes estamos empeñados en que se hable de microeconomía y de cómo rescatar a las personas que están perdiendo sus casas, sus empleos, sus derechos.
La microeconomía se ha convertido en el arte de sobrevivir diariamente para aquellas familias trabajadoras que no llegan a final de mes (aunque cada vez más hay quien no llegan ni al principio). Vivimos en una región donde cerca de 400.000 personas están por debajo del umbral de la pobreza, el 40% de las personas desempleadas en nuestra tierra no cobran ninguna prestación y al ritmo que vamos ese porcentaje no tardará en aumentar. Entre la gente joven menor de 25 años que vive en nuestra región un 44% no tiene trabajo, ni lo van a tener por desgracia en mucho tiempo por que ya se sabe lo que dicen diversos economistas, que en forma de aviso repiten a menudo que esta crisis ha venido para quedarse al menos una década. Lo cual significa que quienes nos hemos quedado en desempleo a partir de los 45 años ya veremos cómo salimos de esta situación. Y ya puestos a dar números hay varios que son escalofriantes porque los datos del Consejo del Poder Judicial indican que los desahucios han crecido en la Región de Murcia un 640% en relación al año pasado. Lo que indica que efectivamente la pobreza extrema, la exclusión social y la precariedad van avanzado de forma alarmante en nuestros barrios y ciudades. Como diría mi abuela, que en paz descanse, ¿ hasta dónde vamos a llegar? Pues sencillamente hasta donde la ciudadanía quiera que lleguemos. Tan sencillo como eso.
¿ Y por qué digo esto último? Pues también es muy sencillo: hasta que los ciudadanos no digamos ¡basta ya!, los poderosos y los políticos que legislan a su servicio van a seguir practicando políticas que solo benefician a una minoría.
Por ello desde la recién creada Asamblea para el Senado no vendemos promesas, decimos claramente que la solución a la crisis la tiene la ciudadanía y solo si somos capaces de levantarnos, rebelarnos y tomar las calles de forma permanente y masiva conseguiremos tener un futuro que hasta día de hoy esta más que amenazado.
En nuestra candidatura ciudadana nos hemos dotado colectivamente de un programa que, por cierto, no ha sido nada difícil consensuar, ya que buena parte del mismo es lo que quienes conformamos la Asamblea para el Senado estamos pidiendo en las calles junto a miles de personas que no nos resignamos a pagar una crisis que no hemos creado.
Por poner un ejemplo fácil de entender, hace unos años un pequeño grupo de afectados por las hipotecas empezamos a autoorganizarnos para pedir la dación en pago y la paralización de los desahucios. Ya digo, eramos muy pocos, pero esos pocos dejamos de ser pocos y ahora un problema que era invisible y que públicamente no existía está en el candelero diario, porque no hay semana que no se paralice un desahucio en la Región. Y además un movimiento lleno de dignidad y solidaridad que nació primero en Barcelona y después en Murcia se está extendiendo en todas las comunidades autónomas con más que notables éxitos.
Con este ejemplo en concreto quiero demostrar que los ciudadanos necesitamos empoderamiento y en la medida en que nos vayamos uniendo nos iremos empoderando cada vez más para conseguir que la políticas que se hagan desde los gobiernos estén al servicio de la gente y no de los bancos.
Desde el Asamblea para el Senado lo tenemos bien claro. Nos hemos encontrado diversas gentes indignadas, de distintas identidades para poner en la agenda otras alternativas y propuestas. Son las propuestas de la gente que estamos en la calle y en los movimientos sociales. Unas propuestas que pretenden rescatar la democracia. Ello significa también rescatar primero a las víctimas de la crisis y como creemos en la democracia nos declaramos en rebeldía contra la llamada dictadura de los mercados que nos niega el derecho a tener derechos.
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